sábado, 12 de abril de 2014

Pinceladas

Las personas suelen ilusionarse con facilidad. No sabemos por qué pero tendemos a imaginar nuestra vida cómo dibujada sobre un lienzo, incluso solemos retratarnos a nosotros mismos en el pasado y repasar cada garabato, cada error, intentando ciegamente corregir el desastre. 

Pero como todo buen pintor que se precie sabe, hay ciertos fallos que no se pueden corregir y es por eso que se decide colocar un lienzo nuevo. Aunque quizá ya estemos cansados de pintar o tal vez echemos de menos esas partes del cuadro con las que nos quedábamos embobados, pero siempre podemos hacerlo de nuevo y, esta vez, seguro que mucho mejor. 

Sea cual se la obra que nos propongamos pintar, por imposible que parezca o improbable que resulte, es nuestra oligación personal no mejorar el pasado, ya que eso es imposible, ni pretender controlar 
el futuro, ya que eso es improbable, lo único que deberíamos hacer es cuidar el presente, y sentir cada trazo del pincel cómo si fuera el último que pudiéramos dar.

A mi, personalmente, me gusta bastante pintar. No lo hago muy a menudo ni soy demasiado cuidadoso cuándo practico pero, sé que en cierta manera siempre voy aprendiendo un poco más y ojalá algún día pinte algo de lo que esté verdaderamente orgulloso, pero no es bueno obsesionarse, me han dicho, así que mejor ir pasito a pasito.

martes, 25 de marzo de 2014

Qué cara tienes, Amor


Qué raro eres, Amor, tú que pareces tan bueno, dulce y sincero, cómo defraudas, mientes y amargas. Qué extraño eres, Amor, cómo me recuerdas lo más sentido, sea alegre o deprimido, siento tu presencia conmigo. Qué cara tienes, Amor, tú que me hiciste ser valiente y decidido, y ahora me ahogas entre suspiros en un mar profundo de dudas. Que decepción, Amor, yo que creía en tu gracia y te adoré en silencio, qué tiempos me haces desear que ya no tengo. Pero te perdono, Amor, perdono lo tirano que fuiste, porque me hiciste sentir bueno. Te perdono por volverme loco, por llorar de rabia y sentirme solo, porque sé que nunca lo he estado si caminas junto a mí. Sé que mis fallos solo son cosas que recordar, cicatrices de antaño que te hacen aprender a olvidar momentos en los que sufriste y lo pasaste mal, pero en el pasado están y no volverán jamás. ¿Qué más da, Amor? Si tu nunca me entendiste, y yo aún estoy entendiéndote a ti. No sé porque me hiciste pensar en que podía conseguir lo imposible y luego volverme débil y cobarde, mostrando mi mala cara contra alguien que no la merece. No sé porque me metiste en esta trampa, Amor, pero podrán soplar tempestades, moverse las montañas y los valles, que ni las más temible de las tormentas me hará olvidarme de ti.

4 Mandamientos


Confía en ti mismo. Sé consciente de tu fuerza interior, de tu voluntad y tu coraje. Busca dentro de ti, encontrarás un palacio lleno de virtud y belleza. No malgastes tu tiempo lamentándote sobre lo que te ha pasado por el camino, mira a tu alrededor y vive el presente, encarrila el futuro según tus prioridades y no olvides nunca de dónde vienes.

Fíate de los demás. Se coge antes a un mentiroso que a un cojo, o eso dicen, por tanto, siempre debes confiar en tus semejantes, puesto que rápido sabrás si son leales o traicioneros, y estarás dispuesto a actuar en consecuencia. No tengas prejuicios ni falsas expectativas, pues esto solo conduce a confusiones y malentendidos. Habla con quien tengas enfrente como si lo acabaras de conocer, así cada conversación será única y diferente, y no caerás nunca en la monotonía ni el aburrimiento.

Sé sincero contigo mismo. No pretendas ser alguien que no eres. Podrás engañar a muchas personas, pero nunca a ti mismo, y siempre que te mires en el espejo te sentirás extraño. Dicen que el mayor placer de una persona inteligente es aparentar ser idiota, delante de otra que aparenta ser inteligente, nada más lejos de la verdad. Si eres realmente quien eres, puede que no les gustes a otras personas, pero podrás decir con orgullo que eres quien dices ser, que no mientes ni aparentas para sentirte bien, sino que ya te quieres tal y como eres y no hay nada que valga más que eso.

Sé sincero con los demás. No tengas miedo a confesar tus pecados, ni seas reacio en aclarar tus dudas, confía en que la otra persona es igual que tú, que siente y padece y, por tanto, comprende lo que estás pasando. Ten por sabido que nunca estarás solo si confías en los demás, siempre tendrán un hueco para ti, para escucharte y animarte, sea cual sea el motivo.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Cara o cruz


Siempre se ha representado al héroe clásico como una figura épica, impetuosa e implacable, enfrentándose a múltiples enemigos sin temor alguno a la muerte.

Ese héroe valiente y aventurado, siempre acompañado por sus leales seguidores y fieles compañeros, saliendo airoso de cualquier combate gracias a su soberbia fortaleza y su intrépido valor. El héroe de la luz, del bien, de la amistad y del amor, virtuoso, justo y sabio.

Pero existe otra vertiente de esta legendaria historia, más siniestra, más oscura. Un héroe débil, corrompido y torturado por el mundo en el que vive, alejado de los hombres por miedo a perecer. Olvidado, repudiado por todo ser viviente, condenado a luchar por una causa perdida, sin más razón para seguir que la ilusión de un sueño imposible, tan fugaz y etéreo que se desvanece al más mínimo contacto con la realidad.

El héroe que nadie conoce, que sufre en silencio y pide clemencia al destino para darle la oportunidad de liberar su carga, tan pesada y denigrante, que ni el mismísimo héroe clásico sería capaz de soportar.

He aquí las dos facetas. La alegría y la tristeza comparadas en extremo, como las dos caras de una misma moneda que no para de girar. Ahora bien, me pregunto: siendo yo mismo, ¿quién soy, soy la cara, la cruz, o la mano que lanza la moneda al aire?

domingo, 26 de septiembre de 2010

Mi humilde punto de vista


Muchos se preguntarán si la felicidad se encuentra en el camino, en el destino, o simplemente es como una mariposa que se posa únicamente cuando estás quieto. Yo tengo otra teoría: creo que la felicidad no existe, que todo lo que sentimos y percibimos son meras ilusiones interpretadas por nuestra mente. Creo que el verdadero sentido de la vida está en entender el porqué de esas ilusiones, en saber cuando uno es realmente feliz o es solo un desliz del azar que ha querido colarse en nuestro pensamiento. Todo es relativo, cada acción desencadena innumerables consecuencias en distintas dimensiones de lo que nosotros llamamos realidad. Lo que nosotros percibimos como tiempo no es más que un concepto volátil, algo que se sucede en instantes, momentos de los cuales somos capaces de extraer una sensación. Cada sensación se interpreta de manera propia, cada impulso de nuestro ser provoca en nosotros una variedad de elecciones interminable, juzgada solamente por las mismas sensaciones que la han provocado. De esa elección depende nuestro estado de ánimo, si estamos seguros de nosotros mismos o nos arrepentimos de lo que hemos decidido. Si somos realmente felices, o sólo es una interpretación errónea e ingenua de la realidad. Siendo francos, la verdadera felicidad se encuentra en nosotros mismos, en sentirnos bien estemos como estemos, ya sea por lo felices que somos o lo desgraciados que podemos llegar a ser.